domingo, 17 de marzo de 2013

Vivencias de un hijo de padres separados


Ya saben que yo soy hijo de padres separados. Nunca les he hablado de esto y creo que ya es hora puesto que las vivencias que a continuación contaré no son las de un padre separado, son las de un niño de 12 años, cuyos padres al separarse me hicieron sentir que no era en esos momentos el bien más preciado de sus vidas, al que debían haber tratado de proteger y cuidar de la misma forma que lo hacían antes de la ruptura. El motivo de compartir mis recuerdos no tiene otro fin más que el de mostrar el daño que el resentimiento, el no saber pasar página y, sobre todo, el afán por hacer daño a una expareja puede ocasionar en los hijos.

Mi familia era perfecta, lo teníamos todo. Un gran chalet con piscina, un esplendido jardín, un velero de 15 metros para pasar los fines de semana, una madre a tiempo completo y un padre trabajador. Supongo que de cara a los demás se podría decir que mis dos hermanas mayores y yo éramos muy afortunados de tener estos padres. De hecho así me sentía yo: era feliz y los problemas que existían entre mis padres los veía normales. Es lo que tiene ser niño, que lo que vives es lo normal para ti. Ni son buenas ni malas, simplemente las cosas son tal como se presentan. Las discusiones  entre ellos, para mí eran totalmente normales, siempre las había visto. Recuerdo vagamente estas situaciones, pero por respeto a mis padres prefiero no contarlas. Tengo grabada en mi memoria la que creo que fue la última, puesto que ya nunca los volví a ver juntos. Sin duda, la mente por algún motivo hace desaparecer ciertos “archivos”.

Tras la separación, en la cual mis hermanas y yo tuvimos que declarar, solo se hablaba de una víctima y de un verdugo, ya se pueden imaginar quién era quién: puesto que la sociedad se encarga de etiquetar estas cuestiones sin conocer los detalles de cada caso y de lo que no se percata, es de la situación en la que nosotros, los hijos, nos quedamos. Mi padre se fue a vivir a un bajo, recuerdo que era muy húmedo y sombrío, donde apenas pasé unas noches con él. Su nueva residencia estaba muy cerca de casa, apenas a 5 minutos, pero la situación en casa con mi madre empeoró rápidamente.

No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero, en no más de un año, mis hermanas de pronto ya no vivían en casa. Se marcharon con mi padre. Esto despertó en mí mucho rencor y confusión. Tenía 13 años y no entendía cómo mis hermanas se habían ido con nuestro padre, el cual, a estas alturas de la película, era una especie de demonio, según los constantes comentarios que mi madre me decía. Y ahora, mis hermanas también formaban parte de esa trama demoníaca que solo buscaba "dañarnos". A mi madre y a mí.

Para entonces ya no quería ver a mi padre, y así fue: perdí el contacto con él unos 6 u 8 años. Defendía a mi madre como solo un hijo sabe hacerlo. Mis amigos me preguntaban por él, y no puedo olvidar el odio que mostraba cuando mencionaban su nombre. Con mis dos hermanas pasó algo extraño, durante esos años simplemente no estaban, como si hubiesen desaparecido de la faz de la tierra. La vida en mi casa era como un sueño, prácticamente vivía solo, pero a la vez siempre rodeado de personas. Mi madre, como es natural, empezó a trabajar y comenzó su vida de divorciada.  Había un enorme congelador lleno de comida: pizzas, papas fritas, croquetas, etc. Ya con 14 años, era un experto freidor de alimentos, realizando mis primeros "pinitos" culinarios.  Mis amigos siempre andaban por casa, no había reglas, jugábamos al fútbol en el salón, fumábamos y, bueno, hacíamos lo que cualquier adolescente hace cuando no hay ninguna figura adulta supervisando…

La relación entre mis padres era nula, no se comunicaban nunca ni de ninguna manera, pasara lo que pasara. En el colegio yo iba de mal en peor, y los hábitos que había adquirido hasta los 12 años, poco a poco, se fueron transformando en hábitos anormales para un adolescente. No estudiaba,  hacía pellas, dormía en el salón, comía cuando me daba la gana y disponía de todo el dinero que quería. Mi madre me daba todo lo que yo deseaba: a los 14, la convencí para que  me comprara una moto, que ni siquiera podía conducir al no tener la edad legal para llevarla. ¡Era el niño más feliz del mundo! 

Mi padre volvió a casarse y mis hermanas siguieron viviendo con él. Lo único que recuerdo de su boda es que no asistí. ¿Traicionar a mi madre? ¡Jamás! Poco a poco, iban llegando acontecimientos que perturbaban la “armonía” de mi vida. Yo estaba acostumbrado a que ninguno de mis padres fuera a verme a los partidos de fútbol que jugaba, ni a ningún tipo de acontecimiento dónde ellos se pudiesen encontrar. Nunca perdí la esperanza, y constantemente miraba hacia las gradas buscando el tan ansiado momento en que mis padres viesen por fin algo que realmente sabía hacer muy bien. Llegó el día de las orlas de mis hermanas, recuerdo sus caras, lloraban, puesto que no conseguían que nuestros padres asistieran a dichos eventos como el resto de los padres de sus compañeros.  No estarían ahí para ver sus logros, su reconocimiento a tantos esfuerzos o, simplemente para compartir ese día tan importante para ellas.

Supongo que, para entonces, los tres nos dimos cuenta de que nuestros padres nunca serían capaces de olvidar sus rencores, ni siquiera por el bien de sus hijos. De alguna forma, mis hermanas se sentían exactamente como yo, para nuestros padres no éramos lo más importante, no éramos lo primero. Por lo menos esa era la impresión que se nos quedó. 

Ahora, de adultos, mis hermanas y yo estamos muy unidos, retomamos nuestra relación como hermanos unos 15 años después de la separación. Nos hemos dado cuenta de que tenemos grandes heridas, aún abiertas, porque nuestros padres fueron incapaces de manejar la situación. Somos muy conscientes de algunas limitaciones afectivas y emocionales que dichas vivencias nos han provocado, pero ¿y de las que no lo somos?

Lo que son las cosas, ahora estoy viviendo una situación similar en la cual mi padre se encontró hace 22 años y mi hijo se encuentra exactamente en el núcleo de todos los conflictos. No dejo de pensar en qué puedo hacer para protegerlo, pero lamentablemente no todo está de mi mano.  Por otro lado, no puedo saber si lo que a mí me pasó le pasará a él... 

Comparto estos recuerdos tan personales con ustedes para exponer mi preocupación ante el maltrato que en demasiadas ocasiones los padres separados causan a sus hijos sin ser conscientes de ello. No se puede vivir con rencor hacia la madre o el padre de tus hijos. El desarrollo de tus hijos, tanto emocional, afectivo, como social está en construcción, y todo ello es el producto de las relaciones que se establecen en la familia. No maltrates a tus hijos, deja de lado los rencores, el odio y pasa página. Da el cambio por ellos...

¡Sé responsable y demuestra a tus hijos que son lo más importante para ti! 


   

9 comentarios:

  1. Compartir tu experiencia es tan valioso!!! Ojala sirva para que muchas madres y padres recapaciten y antes de hacer o decir algo siempre siempre siempre piensen en sus hijos primero y en lo que es lo mejor para ellos.
    Bravo valiente!

    Lunita :*

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  2. Es curioso como culpabilizas a tu padre. El que ha "manteniendo" el superchalet familiar para ti y tu madre, procurandose una bajo húmedo y oscuro, pero mira tu muy cerca tuya.
    Si, equivocas la custodia materna con los problemas de ruptura. Bajo la custodia paterna no sucede esa relajación de las normas ni dejar sin educar a un hijo para que siga garantizando ingresos y/o uso de domicilios familiares.
    Yo fuí educado por una mujer (viuda) y por tal se lo que es vivir sin padre, pero en tu caso es tu madre quien te manipuló claramente contra tu padre y aún hoy que eres adulto no puedes percibirlo claramente.
    Yo tampoco he ido a la celebración de su graduación y tengo tres hijos; la razón muy simple, iba su madre. A pesar de tener la custodia paterna es habitual que los que la tenemos nos ocupemos muy mucho que no `pierdan la relación con la madre y para ello debemos usar con promiscuidad la llamada "autoritas paterna".
    ¿Serás capaz de recordar si tu madre te forzó a ver a tu padre? Seguramente no; vuelves a equivocar custodia materna con problemas de ruptura.
    Entre tus derechos no está que tus padres estén juntos. Pueden ser como agua y aceite que por mas que les mezcles terminan separados. O lo que es peor como sulfúrico y agua que su combinación lleva a la explosión al menor descuido en la mezcla.
    Es normal el error pues en España no se conoce ningún estudio técnico sobre la custodia única paterna.
    Pasate por http://custodiapaterna.org y quizás logres entender mejor lo que viviste. también tienesun foro por si quieres participar http:custodiapaterna.foroactivo.com.
    Todo lo dicho desde el maor de los respetos
    tacyto@gmail.com

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    1. Hola Tacyto, gracias por compartir tu opinión. Me pasare encantado por tu pagina para visitarla.

      Respecto a como has interpretado el artículo, !me resulta curioso! ¿Culpo a mi padre? ¿Te refieres cuando era un niño, o ya como adulto?

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    2. Tus palabras serviran para muchas personas. Como hijo también creo que tienes unas responsabilidades con respecto a todo lo sucedido y no es culparte. Se venden las personas adultas, el mejor ejemplo y más claro los políticos, pero si vamos bajando de escalafón termina siendo igual.
      Ahora que sientes que estás en un lugar similar al de tu padre serán plenamente consciente de lo importante que es que tu hijo te tenga presente, y un padre de visitas o de vacaciones no puede realizar las tareas y obligaciones que como padre le corresponden. Desgraciadamente ha cambiado algo, pero tan poco que tu hijo tiene muchas papeletas para seguir tus pasos, aunque en este caso tiene a un padre que por experiencia personal algo ha aprendido y seguro que eso le va a servir mucho.

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  3. Te felicito por el testimonio. La vida es así, a veces las situaciones se repiten pero lo importante es que no se repitan las formas en que las enfrentamos. Tu esfuerzo para que tu hijo no viva la situación de la misma manera que tu la viviste con tu padre va a rendir sus frutos y el va a estar mejor.

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  4. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA


    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente.


    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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  5. Wow, hoy la vida me trajo hasta aquí, es lo único que he leído de este blog sumamente interesante.. realmente salieron muchas lagrimas de mis ojos al leer esta vivencia tuya, ojalá muchos hijos pudiéramos sacar de adentro nuestra historia, ese seria el primer gran paso para sanar tantas heridas y así como padres evitar repetirlas de manera inconsciente... Gracias por compartirlo

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    1. Adelante Samantha!!! Escribir es toda una liberación!!! Si un día te animas aqui tienes un lugar donde compartirlo!!! Gracias por tus palabras!

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  6. Mi historia es completamente diferente, en mi caso solo mis padres se separaron y continuaron junto a sus hijos incondicionalmente, hicieron de sus hijos personas fuertes, independiente y valientes y sin temor a buscar la felicidad donde realmente está. Si no eres feliz junto a una persona déjala ir, tal vez el destino tiene alguien mejor para ti.

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